Me salto el orden cronológico de los acontecimientos porque Andrés es otro rollo y no puede esperar.
Ya tenía ganas de conocer el restaurante más famoso de Bogotá. Todo el mundo habla de Andrés, pero creedme que ni lo que te cuenten ni las fotos hacen justicia a este restaurante-discoteca, por definirlo de algún modo, situado en un edificio de cinco plantas donde todo esta pensado para que disfrutes.
Nada mas llegar te preguntan si quieres guardar el abrigo y al instante aparece un chico encantador con un enorme saco rojo en el que guarda tu chaqueta. Delante de ti lo cierra con un candado y te da la llave con un colgante que me hubiese llevado de no ser porque tenía que abandonar mi abrigo. Una idea que me encantó y que deja que sigas disfrutando de la noche sin esperar largas colas.
La decoración diferente y divertida. Todo esta lleno de cosas...
y no hablemos de la comida. Todo buenísimo e infinitas posibilidades para elegir en una carta de 64 páginas.
Arepas, ceviches, carnes... y todo ello lo puedes acompañar con cócteles y por supuesto con guaro antioqueño.
Bogotá sorprende y este sitio es un ejemplo.
Nunca estuve en un lugar así tan grande y divertido.
La gente abandona su cena y se tira a la pista como loca cuando suena su canción favorita, bueno la gente...y nosotros también!!
Todos a rumbear como dicen acá.
No hay prisa para nada y nadie te apura porque llega el siguiente turno.
Disfrutas de tu cena, del baile y de la compañía. Qué bien lo pasamos!!...y cuánto se echa de menos a la familia y amigos en lugares así!!
Veníd todos a vernos!!
Sólo por Andrés merece la pena cruzar el charco!!
Besos para todos desde aquí y la mejor banda sonora de este viaje para ambientar el post :)